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Los cuadros de Teixidor convierten Santa Fe en un mundo abstracto

El creador valenciano presenta Ritos de Paso y La Cruz de Santa Fe en el centro Damián Bayón, como proyecto central de Las Capitulaciones 2011.

ÁNGELES PEÑALVER.- La obra del valenciano Jordi Teixidor (1941) había visitado con anterioridad Granada, y ahora reaparece en el Instituto América de Santa Fe, un organismo de carácter americanista que hace tiempo incluyó en su programación muestras sobre españoles de gran trascendencia en el arte contemporáneo en España.

El autor, ayer, mostraba su conocimiento sobre las Capitulaciones de Santa Fe, por las que los reyes concedieron a Colón el título de almirante, virrey y gobernador de las tierras por descubrir y la décima parte de los beneficios obtenidos por la nueva ruta. Fruto de ello, en la Sala C del centro, ha creado La Cruz de Santa Fe, un proyecto de nueva factura que desarrolla dos conceptos muy suyos: la cruz y las puertas.

Los dos elementos los ha llevado al terreno de la propia ciudad de Santa Fe, utilizando la planta urbanística fundada por los Reyes Católicos y sus cuatro emblemáticas puertas de entrada al casco histórico. Con la abstracción y el empleo de negros y grises misteriosos, el artista retoma lo que los monarcas quisieron imprimir en su primera fundación moderna en tierras nazaríes, pero lo eleva a un lenguaje universal a través de una gran composición geométrica.

Vídeo instalación
A pocos metros de ella, se muestra una vídeo instalación relacionando el entramado urbano del pueblo granadino con las obras firmadas por Teixidor, que comenzó su andadura con su participación en la extraordinaria aventura de Cuenca, junto a José María Yturralde, como primer conservador del Museo de las Casas Colgadas, para seguir otra colaboración durante decenios como responsable de diseño de la Fundación Juan March.

En la Sala A (la superior) se concentra parte de la obra más reciente del valenciano, en la que abunda, de nuevo, el tema de la cruz, a veces de forma incompleta, y de las puertas, «que no sabes dónde te van a llevar», esclarecía el propio autor. Imbricadas en una abstracción plena, las piezas han sido pensadas para las salas del Instituto de América y se adaptan de forma precisa a los espacios geométricos y blancos del Centro Damián Bayón.

«Es como una metáfora de la oposición positiva/negativa, de lo trascendente, del inicio de algo. Hay una constante en todas ellas que le da unidad. Es el uso de un espacio tan matissiano como el de la ventana o puerta. Un espacio vertical casi siempre negro con bandas de otro color a los lados. Hay una deliberada ausencia de color. El color es peligroso. Como las bellas palabras», apostilló Teixidor.

Ante la colección, que cuenta con un cuidado catálogo, el observador se enfrenta a una disertación sobre la vida misma, sobre los caminos a escoger, sus intersecciones y las puertas abiertas o cerradas. Con una mirada reposada -y atendiendo a que solo uno de los cuadros está titulado como El Sacrificio-, el espectador se ve invitado a la intimidad, a la libre y enigmática interpretación de lo que tiene delante.

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